Joyas (84) Canto a Teresa (fragmento) (José de Espronceda)

 


Canto a Teresa (fragmento)

¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,

¡ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares?

¿Por qué, por qué como en mejores días,

no consoláis vosotras mis pesares?

¡Oh! los que no sabéis las agonías

de un corazón que penas a millares

¡ah! desgarraron y que ya no llora,

¡piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos

los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura

de mí, que entre suspiros angustiosos

ahogar me siento en infernal tortura.

¡Retuércese entre nudos dolorosos

mi corazón, gimiendo de amargura!

También tu corazón, hecho pavesa,

¡ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!


¿Quién pensara jamás, Teresa mía,

que fuera eterno manantial de llanto,

tanto inocente amor, tanta alegría,

tantas delicias y delirio tanto?

¿Quién pensara jamás llegase un día

en que perdido el celestial encanto

y caída la venda de los ojos,

cuanto diera placer causara enojos?


Aun parece, Teresa, que te veo

aérea como dorada mariposa,

ensueño delicioso del deseo,

Sobre tallo gentil temprana rosa,

Del amor venturoso devaneo,

angélica, purísima y dichosa,

y oigo tu voz dulcísima, y respiro

tu aliento perfumado en tu suspiro.


Y aun miro aquellos ojos que robaron

a los cielos su azul, y las rosadas

tintas sobre la nieve, que envidiaron

las de mayo serenas alboradas:

Y aquellas horas dulces que pasaron

tan breves, ¡ay! como después lloradas,

horas de confianza y de delicias,

de abandono y de amor y de caricias

                                                              José de Espronceda

                 

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