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Mostrando entradas de abril, 2024

Joyas (61) El poeta pide a su amor que le escriba (Federico García Lorca)

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    (El poeta pide a su amor que le escriba)    Amor de mis entrañas, viva muerte, en vano espero tu palabra escrita y pienso, con la flor que se marchita, que si vivo sin mí quiero perderte. El aire es inmortal. La piedra inerte ni conoce la sombra ni la evita. Corazón interior no necesita la miel helada que la luna vierte. Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas, tigre y paloma, sobre tu cintura en duelo de mordiscos y azucenas. Llena pues de palabras mi locura o déjame vivir en mi serena noche del alma para siempre oscura.                                         Federico García Lorca

El banco

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                                                                                                                                               El banco   Lo subieron al camión, donde ya se encontraban otros bancos. Una hora más tarde, quedaba anclado a una alfombra de hormigón en la glorieta central del parque. Sí, allí estaba, se diría que orgulloso, de estreno por una capa de barniz que resaltaba sus listones. Pasaron los primeros días. Y por caprichos del azar, lo cierto fue que nadie estrenó el banco. Al tercer día, varios jubilados fueron a la glorieta para ver a los que practicaban petanca. Pero, curiosamente, los espectadores permanecieron todo el tiempo de pie. Luego llegó el fin de semana. Algunas parejas tomaron asiento en las esquinas del parque. Por su parte,los jóvenes adoptaron otro banco, más apropiado para fumar y charlar de modas. ¿Y los niños?... Los niños jugaron al fútbol, tomando como portería, precisamente, el solitario banco. Pero, como si tuviera el estigma del

Joyas (60) Romance sonámbulo (Federico García Lorca)

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               Romance sonámbulo Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaña. Con la sombra en la cintura ella sueña en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fría plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas le están mirando y ella no puede mirarlas. Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. ¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde…? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soñando en la mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa, mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los montes de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las