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Mostrando entradas de junio, 2021

Polilla nocturna

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                                                                                           Polilla nocturna Sin esperanza. Sin dejar un resquicio al futuro. En territorio ajeno. En lo que parecía imposible. Vacunado tras la incesante perplejidad. Sintiéndome inmune. Casi sin sentirme. Odiando, al mismo tiempo, este autoengaño de creerme extraño a los demás: a los disparos de hambre que salpican el mundo, a los fanáticos que se disputan el paraíso, a visionarios descreídos, también, pontificando su sindiós.   Sin cobijo. Sin ancla que impida ya la deriva. En la corriente. Dejándome a rastras llevar. Oyendo sin estupor aplausos a ídolos de barro. -¿Habrá cieno bastante para tanta superficialidad?- Solo. Deambulando en la nada falsa de la noche. Entre mil "me gusta" cibernéticos que no me gustan. Retuiteado en laberintos sin fin. Ausente de los que no parecen presentes. Explicable sinsentido: yo sin mí.   Pero con tu mirada amorosa sí sé que lo tengo todo. Acudo raudo a la llama

Joyas (16) Romance del Duero (Gerardo Diego)

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                                                                                      Romance del Duero   Río Duero, río Duero nadie a acompañarte baja, nadie se detiene a oír tu eterna estrofa de agua.   Indiferente o cobarde, la ciudad vuelve la espalda. No quiere ver en tu espejo su muralla desdentada.   Tú, viejo Duero, sonríes entre tus barbas de plata moliendo con tus romances las cosechas mal logradas.   Y entre los santos de piedra y los álamos de magia pasas llevando en tus ondas palabras de amor, palabras.   Quién pudiera como tú, a la vez quieto y en marcha, cantar siempre el mismo verso, pero con distinta agua.   Río Duero, río Duero, nadie a estar contigo baja, ya nadie quiere atender tu eterna estrofa olvidada,   sino los enamorados que preguntan por sus almas y siembran en tus espumas palabras de amor, palabras.                                           Gerardo Diego 

Sin alas

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                                                                                                 Sin alas   Cuando te encuentres en el mar y sin alas, sabrás del vértigo cruel ante el vacío, darás todo lo ganado por perdido y tendrás que resurgir desde la nada, sin maletas que llevarte a tu destino.   Cuando llegue el zarandeo de las olas, y entiendas que no hay refugio en el pasado, no habrá mano que te guíe al otro lado, al mundo no soñado que te obsesiona, donde sólo en soledad darás tus pasos.   Cuando te enfrentes a la verdad de todo, hallarás respuesta cierta en lo prohibido, dejarás de hablar con ese "tú" fingido y comprenderás por fin que no estás loco, que eran uno los dos "yo" con que has vivido.                                           Luciano Maldonado                                                (Gijón, 2021) 

Joyas (15) "La vida es sueño", fragmento (Calderón de la Barca)

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                                                                                                                                                                La vida es sueño                                                                           (fragmento de la segunda jornada)                                                                                           Segismundo: Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso que recibe prestado, en el viento escribe, y en cenizas le convierte la muerte (¡desdicha fuerte1); ¡que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte!   Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende; y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.   Yo sueño que estoy aquí destas prisiones ca

Joyas (14) Castilla (Manuel Machado)

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                                                                                             Castilla   El ciego sol se estrella en las duras aristas de las armas, llaga de luz los petos y espaldares y flamea en las puntas de las lanzas. El ciego sol, la sed y la fatiga. Por la terrible estepa castellana, al destierro, con doce de los suyos, polvo, sudor y hierro, el Cid cabalga. Cerrado está el mesón a piedra y lodo... Nadie responde. Al pomo de la espada y al cuento de las picas, el postigo va a ceder... ¡Quema el sol, el aire abrasa! A los terribles golpes, de eco ronco, una voz pura, de plata y de cristal, responde... Hay una niña muy débil y muy blanca, en el umbral. Es toda ojos azules; y en los ojos, lágrimas. Oro pálido nimba su carita curiosa y asustada. «¡Buen Cid! Pasad... El rey nos dará muerte, arruinará la casa y sembrará de sal el pobre campo que mi padre trabaja... Idos. El Cielo os colme de venturas... En nuestro mal, ioh Cid!, no ganáis nad

Intuiciones

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                                                                                                Intuiciones   No necesito lupa. Me sobra el telescopio. Tampoco me hacen falta medidores de todo, metro, peso o reloj.   Cansado de esperar demostraciones, de poner un número a lo infinito, de ver que son inciertas las certezas; pues, a veces, lo exacto muta a error.   Tras tiempo de abonar las ilusiones, riendo mis penas, llorando mil versos, me he vuelto gran experto en intuiciones. Muy pocos han llegado en serio a serlo. Nunca ha sido el soñar un fácil don.   Intuyo que el pavo real, majestuoso, pavonea ante mí el gran misterio y buscan hechizarme sus cien ojos para que vea de una vez, por dentro, lo que por fuera nunca he sabido ver.   Intuyo que alguien, tramposo al azar, me puso en el mundo y cerca a Vivaldi para hacerme un buen nudo en la garganta siempre que escuche atento su violín.   Y que ese alguien, jugando a su capricho, sin previo aviso, al menor descuido, me sopla suave el ve