Bajo sus pies

 


Bajo sus pies


Masud siempre pensó que algún día se haría realidad lo que significaba su nombre: “afortunado”. Siendo todavía joven, creyó que ese momento llegó al conocer a un vigilante del templo de Isis, en Filé. Pronto se hizo su amigo y lo acompañó varias tardes en faluca desde Asuán hasta la isla, para hacerle llevaderas sus largas guardias nocturnas. También, muy pronto, comenzó a guardar bajo una losa valiosos objetos que los antiguos sacerdotes usaban en sus ritos.

Pero Masud no pudo volver jamás a Asuán sin el vigilante. Es más: tuvo que abandonar su casa, incluso emigrar a Turquía, por deudas de juego. Algún día regresaría por su tesoro y cerraría bocas con dinero.

Su vida en Estambul, desconectado de familia, y todo lo que tuviera que ver con Egipto, no fue fácil. Pasó años de miseria y nuevas deudas de juego. Hasta que por fin, cuando juzgó que otra losa, en este caso de tiempo, habría tapado su pasado, volvió junto al Nilo.

Le aguardaba su lugar secreto en la isla, de modo que alquiló una faluca y pidió al barquero ir hacia allí.

Poco después, mientras se acercaba a su destino, un ingobernable remolino de extrañezas le hizo estallar.

—¡Pero esta no es la isla de Filé!

—¿Qué está diciendo, amigo? Esta es la nueva isla de Filé; así la han renombrado. Mire los templos…

—Ya, pero… ¿qué clase de milagro está pasando? Esta tenía que ser la isla de Agilkia…

—¿Dónde ha estado todos estos años, amigo? —le preguntó el barquero, más extrañado aún, mientras caminaban por la gran explanada de columnas—. La UNESCO financió en estos últimos años sacar todos los monumentos de Filé, porque la isla quedaría anegada bajo las aguas de las presas de Asuán, y traerlos a esta isla más alta. Hubo que desecar primero con un gran muro de metal todo el interior de la antigua isla de Filé, bastante sumergida, numerar miles de bloques, trasladarlos aquí. Alisar la superficie de esta isla a base de pólvora. Montar con precisión cada muro, con mucho esfuerzo, calor, gran cantidad de obreros, grúas…

—Sabía de Ambú Simbel, pero no de toda esta isla…

—La gente desconoce muchas cosas curiosas. Mire, en esa misma losa, precisamente bajo sus pies, pero en la otra isla, claro, encontraron un tesoro de objetos dedicados a Isis.

                                                                                                       Luciano Maldonado

                                                                                                            (Gijón - 2025)                                                                                                   

Comentarios

Entradas populares de este blog

El día irrepetible

Que no me despierten

Joyas (68) Tú me quieres blanca (Alfonsina Storni)