Reloj de bolsillo
Reloj de bolsillo
En lo más intrincado de Las Ubiñas, Javier emprendió una travesía solitaria. Era un montañero experimentado, conocedor de muchas cumbres. Sin embargo, esta vez su caminata le llevaría a un lugar inesperado.
El sol apenas despuntaba al comenzar su ascenso. El aire fresco y el canto de los pájaros le acompañaban, pero había algo en el ambiente que le hacía sentir inquietud. Mientras avanzaba, el sendero se volvía más estrecho y las sombras de los árboles más largas.
De repente, en un claro del bosque, algo brilló entre las hojas caídas. Entonces descubrió un objeto metálico, algo sucio de tierra. Al limpiarlo, se dio cuenta de que era un reloj de bolsillo antiguo, con una inscripción bajo las agujas: “Para mi amigo David. 1933”.
Recordaba historias sobre un montañero desaparecido hacía décadas, más bien rumores con sabor a leyenda.
Repasó con la mirada su alrededor, porque una sensación se estaba apoderando de él: sentía que no estaba solo, que el viento susurraba su nombre. Finalmente, sintió la necesidad de abrirse paso entre los helechos a una pared rocosa atravesada de grietas. Una de ellas se abría en su base; podría albergar una cueva. La entrada estaba cubierta de vegetación, como si la naturaleza, hasta hoy, hubiera custodiado un secreto. Desde luego, otras veces que había pasado por allí no había reparado en su existencia.
La cueva era pequeña, de modo que al primer vistazo lo sorprendió una imagen tétrica: un esqueleto humano, cubierto de algunos jirones oscuros, yacía en un extremo. Cerca del cráneo, formada con piedras, había una cruz dibujada sobre un montículo del suelo.
Deshizo la cruz y excavó con ayuda de su bastón. Muy pronto encontró un diario enrollado y forrado de cuero. Pertenecía al montañero desaparecido, quien había encontrado junto a otro compañero unas joyas producto del robo en una iglesia y escondidas en la montaña. Pero David —así firmaba— nunca pudo regresar para contarlo; lo hizo en ese diario, poco antes de morir. El destino quiso darle ese tiempo extraordinario. después de quien él consideraba amigo lo golpeara y dejase allí moribundo.
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