Puse en tus manos las mías
Puse en tus manos las mías
A Luisa
(en el día de nuestras Bodas de Plata)
Puse en tus manos las mías.
Supe parar mi tiempo en ese instante
y confiarte así,
al amparo de tu piel,
lo nunca confiado:
mis temores ridículos,
unos pocos proyectos aún sin forma,
ansias de superar límites,
evanescentes bordes del camino,
anhelos desesperados…
Luego, este caudal no ha hecho más que crecer.
La vida llamó rauda a otras vidas,
con quienes aunar esfuerzos,
sentir su existencia y ser.
Tu callada paciencia, mientras tanto,
fue capaz de llenar vacíos,
encontrar las salidas,
dio pleno sentido siempre
e inundó de luz
al verbo amarse.
Por eso mismo
(tras veinticinco etapas compartidas),
esperaba muy seguro la llegada de este día:
ya conozco,
completamente,
el trabajo bienhechor de esas manos,
sabía que todo aquello que les di
lo mejorarían.
Luciano Maldonado (2005)
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