Ojalá (sobre liberación de Cervantes)


                                                                                                    Ojalá

    Fray Juan Gil y su ayudante, versado en lenguas, hicieron respetuosa reverencia ante Azán Bajá, el gobernador de Argel. Éste alzó y abrió sus manos: la invitación a los trinitarios para que hablasen.

    -Permítame, vuestra merced -comenzó nervioso Fray Juan-, que le muestre los quinientos escudos de oro, valor del rescate de su siervo, Miguel de Cervantes. Ojalá sea el buen fin del trato pactado.

    -Estaba decidido a no respetarlo; especialmente, después de los cuatro intentos de fuga de este hombre. Pero habéis dicho "ojalá". Es curioso que mantengáis nuestro wa sa llâh, "y quiera Alá". Eso lo cambia todo.

    Luciano Maldonado

          (Gijón, 2017)

 

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