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En el barro

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                             En el barro Busco alegría, y me encuentro tristeza. Invoco la paz; me contesta la guerra. Rey ya sin baza entre naipes perdedores. Siempre a golpes en el ring de mi existencia. Deambulo rodeado de autómatas ciegos En cieno de egos que no van a ceder, Los culpables de este barro son los otros, Gritan desde un trono que no van a perder. Frustrado, sin fuerzas, hundido, Pero aún puedo oír la voz de la conciencia: Ves cómo a una riada de lodo Riada de jóvenes se enfrenta? Esto no está todo perdido     (A las víctimas de la DANA de Valencia)               Luciano Maldonado                      (Gijón - 2024)

La distancia

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  La distancia —Hasta luego, Crispín. Le dijo al cachorro, mientras lanzaba la pelota verde de goma al otro extremo del pasillo. Crispín aceleró con sus patitas hacia el objetivo, sin caer en la cuenta de la maniobra de distracción, pues la puerta de la calle se cerró con extraordinaria rapidez. Su compañero de juego ya no estaba. Hay “hasta luegos” que duran quince años. Es justo lo que tardaría Daniel en regresar, aunque no pensaba que sería para tanto tiempo. Creía que iba a volver por la tarde; pero se precipitó todo. Los amigos lo retuvieron demasiado. Menos mal que la maleta estaba preparada desde el día antes en casa de uno de ellos. Daniel, a partir de ahí, progresó bastante en el trabajo para el que había sido contratado en un país lejano. Se casó después de dos años, también allí. Incluso disfrutó de la visita de sus padres y hermana, que acudieron para su boda, primero, y luego cuando nacieron los gemelos. Pensaba regresar antes, la verdad; no ahora qu

Joyas (67) "Don Juan Tenorio", fragmento (José Zorrilla)

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DOÑA INÉS:     Callad, por Dios, ¡oh don Juan!, que no podré resistir mucho tiempo sin morir tan nunca sentido afán.    ¡Ah! Callad, por compasión, que oyéndoos me parece que mi cerebro enloquece y se arde mi corazón.    ¡Ah! Me habéis dado a beber un filtro infernal sin duda, que a rendiros os ayuda la virtud de la mujer.    Tal vez poseéis, don Juan, un misterioso amuleto, que a vos me atrae en secreto como irresistible imán.    Tal vez Satán puso en vos su vista fascinadora, su palabra seductora y el amor que negó a Dios.    ¿Y qué he de hacer, ¡ay de mí!, sino caer e

Si digo "amor"

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           Si digo “amor” Si digo “amor”, ya no es un eco, tu voz, siempre dulce, responde. Si quiero luz, venzo a la noche, el alba destruye mis miedos. Si huelo a mar, sé que soy libre, estoy nadando a su horizonte. Si sabe a sal, boca es recuerdo, es tu piel cubierta de besos. Si busco paz, noto un gran gesto, siento de mil manos el roce. Si despierto, tristeza enorme,          lo real me aplasta con su peso.                                                                                                                                                                                                            Luciano Maldonado                                                                                         (Gijón - 2024)  

Joyas (66) Amor más poderoso que la muerte (anónimo)

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  Amor más poderoso que la muerte Conde Niño por amores es niño y pasó la mar; va a dar agua a su caballo la mañana de San Juan. Mientras el caballo bebe, él canta dulce cantar; todas las aves del cielo se paraban a escuchar, caminante que camina olvida su caminar, navegante que navega la nave vuelve hacia allá.     La reina estaba labrando, la hija durmiendo está: -Levantaos, Albaniña, de vuestro dulce folgar, sentiréis cantar hermoso la sirenita del mar. -No es la sirenita, madre, la de tan bello cantar, si no es el conde Niño que por mí quiere finar. ¡Quién le pudiese valer en su tan triste penar! -Si por tus amores pena, ¡oh, mal haya su cantar!, y por que nunca los goce, yo le mandaré matar. -Si le manda matar, madre, juntos nos han de enterrar.     Él murió a la medianoche, ella a los gallos cantar; a ella, como hija de reyes, la entierran en el altar; a él, como hijo de conde, unos pasos más atrás. De ella nació un rosal blanco, de él nació un espino albar; crece el uno, crece e

El día irrepetible

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  El día irrepetible Apenas prestaba atención al coche; estaba pendiente de los argumentos de su hijo Marcos: cuando salía este tema no había quien lo frenase. -No es cuestión de modas, papá; es la necesidad de comunicarle a la gente la idea de que el mundo no puede soportar un ritmo tan frenético de agresiones al medio ambiente. Es triste que haya quien piense que este problema sólo afecta a los otros, que la naturaleza es muy sabia y el tiempo arregla nuestros errores. -De acuerdo, Marcos. De todos modos, una cosa es comprender la situación y otra distinta querer que todo cambie de la noche a la mañana. La carretera ascendía en medio de un frondoso bosque, y luego , superada la cima, se precipitaba culebreando hasta un paraje surcado por un riachuelo. Lo habían descubierto el año anterior y, desde entonces, todos, en especial el hijo pequeño, Héctor, lo echaban de menos. La jornada fue muy placentera . Sin embargo, a punto de irse a las tiendas debido a la oscuridad,

Joyas (65) Romance del infante Arnaldos (anónimo)

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                                                                               Romance del infante Arnaldos   ¡Quién hubiera tal ventura sobre las aguas del mar, como hubo el infante Arnaldos la mañana de san Juan! andando a buscar la caza para su falcón cebar, vio venir una galera que a tierra quiere llegar; las velas trae de seda, la jarcia de oro torzal, áncoras tiene de plata, tablas de fino coral. Marinero que la guía diciendo viene un cantar que la mar ponía en calma, los vientos hace amainar; los peces que andan al hondo, arriba los hace andar, las aves que van volando, al mástil vienen posar. Allí hablo el infante Arnaldos, bien oiréis lo que dirá: —Por tu vida, el marinero dígasme ora ese cantar. Respondiole el marinero, tal respuesta le fue a dar: —Yo no digo mi canción sino a quien conmigo va.