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Inocencia

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            Inocencia Ya sabe leer de corrido, el mundo se abre ante él. Su dedo subraya cada letra, de pronto, se amigan los sonidos, ¡y ya está!: vence la luz a la oscuridad. La magia aviva sentidos que brotan desde el papel: luna, timbre, flores, dulce, piedra, todo estaba guardado en lo escrito. Es verdad: las palabras forman realidad. “ Dachau”, “Iguazú”, pronuncia el niño deteniendo ese globo que gira, dos puntos al azar en la esfera, ambos sitios suenan bien. “ Cáncer”, “Magos”, sigue decidido. El destino ha mezclado en la mesa la carta que en Navidad le intriga y un informe que el padre retira, que borra de su cara sonrisas cuando el hijo no le ve. Sabe leer bien de corrido, el mundo abierto ante él.                                            Luciano Maldonado         ...

Joyas (82) Mediterráneo (Joan Manuel Serrat)

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                             Mediterráneo Quizás porque mi niñez sigue jugando en tu playa y escondido tras las cañas duerme mi primer amor, llevo tu luz y tu olor por dondequiera que vaya,  y amontonado en tu arena guardo amor, juegos y penas.   Yo que en la piel tengo el sabor amargo del llanto eterno que han vertido en ti cien pueblos, de Algeciras a Estambul, para que pintes de azul sus largas noches de invierno. A fuerza de desventuras tu alma es profunda y oscura.  A tus atardeceres rojos se acostumbraron mis ojos  como el recodo al camino. Soy cantor, soy embustero, me gusta el juego y el vino, tengo alma de marinero. ¡Qué le voy a hacer si yo nací en el Mediterráneo...!  Nací en el Mediterráneo... ...Y te acercas, y te vas después de besar mi aldea, jugando con la marea te vas, pensando en volver,  eres como una mujer perfumadita de brea que se añora y se quie...

Joyas (81) Octubre (Juan Ramón Jiménez)

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                       Octubre Estaba echado yo en la tierra, enfrente del infinito campo de Castilla , que el otoño envolvía en la amarilla dulzura de su claro sol poniente. Lento, el arado, paralelamente  abría el haza oscura , y la sencilla mano abierta dejaba la semilla en su entraña partida honradamente. Pensé arrancarme el corazón, y echarlo,  pleno de su sentir alto y profundo,  al ancho surco del terruño tierno; a ver si con romperlo y con sembrarlo, la primavera le mostraba al mundo  el árbol puro del amor eterno.                                                Juan Ramón Jiménez

El odioso

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  El odioso Érase una vez un tipo odioso; egoísta y odioso de verdad. Asistía puntual al centro filatélico en cuanto éste abría. Luego, se pasaba horas revisando álbumes, sellos repetidos y revistas atrasadas, ajadas de tanto uso. Nadie se sentaba a su lado. Pero, claro, de esto último podría darse cuenta quien llevara observándolo algún tiempo; nunca un recién llegado a la ciudad, como era su caso. Aquel odioso personaje, en calidad de antiguo socio, lo trató sin embargo al principio con mucha amabilidad, como solía hacer con los nuevos miembros del club filatélico, siempre incautos. Se presentó como Arsenio Juárez y le facilitó su dirección personal, al otro lado del río. Le explicó curiosidades de algunos catálogos. Incluso varias veces intercambiaron sellos repetidos. Hasta que se ganó su confianza y trató de engañarlo. Así, los últimos sellos rusos que le adelantó a Arsenio, muy interesado en observarlos con detalle, para canjear por otros similares de valor, ne...

Joyas (80) La más bella niña (Luis de Góngora)

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      La más bella niña La más bella niña de nuestro lugar, hoy viuda y sola y ayer por casar,  viendo que sus ojos a la guerra van, A su madre dice, Que escucha su mal: Dejadme llorar  Orillas del mar. Pues me disteis, madre, En tan tierna edad Tan corto el placer, Tan largo el pesar, Y me cautivasteis De quien hoy se va Y lleva las llaves De mi libertad, Dejadme llorar  Orillas del mar. En llorar conviertan  Mis ojos, de hoy más,  El sabroso oficio  Del dulce mirar,  Pues que no se pueden  Mejor ocupar,  Yéndose a la guerra  Quien era mi paz, Dejadme llorar  Orillas del mar. No me pongáis freno Ni queráis culpar, Que lo uno es justo, Lo otro por demás. Si me queréis bien, No me hagáis mal; Harto peor fuera Morir y callar, Dejadme llorar  Orillas del mar. Dulce madre mía, ¿Quién no llorará, Aunque tenga el pecho Como un pedernal, Y no dará voces Viendo marchitar Los más verdes años De mi mocedad? Deja...

Gran elixir

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  Gran elixir      En aquella tranquila comarca vinícola , la calma se rompió de repente una noche cuando se encontraron entre los toneles de su bodega el cuerpo sin vida de Ricardo , uno de los bodegueros más prestigiosos de la región. No era muy mayor y de sus antecedentes médicos no podía deducirse un final así. Todo ayudaba a pensar que no había sido una muerte natural, pero habría que esperar al resultado de los forenses. De momento, la policía local estaba desconcertada; si de verdad se trataba de un crimen, no había pistas de quién y cómo lo había cometido.      Las tres de la madrugada. Desesperados, precintaron el local y llamaron a don Alejandro , un experto en vinos con habilidad especial para detectar detalles que otros pasaban por alto. Nada más llegar a la bodega, este particular detective observó varias botellas sobre un barril, pero sólo una abierta. Olió el contenido y frunció el ceño. A su alrededor estaban expectante...

Joyas (79) A mis soledades voy (Lope de Vega)

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        A mis soledades voy A mis soledades voy, de mis soledades vengo, porque para andar conmigo me bastan mis pensamientos. No sé qué tiene el aldea donde vivo y donde muero, que con venir de mí mismo, no puedo venir más lejos. Ni estoy bien ni mal conmigo; mas dice mi entendimiento que un hombre que todo es alma está cautivo en su cuerpo. Entiendo lo que me basta, y solamente no entiendo cómo se sufre a sí mismo un ignorante soberbio. De cuantas cosas me cansan, fácilmente me defiendo; pero no puedo guardarme de los peligros de un necio. Él dirá que yo lo soy, pero con falso argumento; que humildad y necedad no caben en un sujeto. La diferencia conozco, porque en él y en mí contemplo su locura en su arrogancia, mi humildad en mi desprecio. O sabe naturaleza más que supo en este tiempo, o tantos que nacen sabios es porque lo dicen ellos. «Sólo sé que no sé nada», dijo un filósofo, haciendo la cuenta con su humildad, adond...