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Joyas (76) A la inmensa mayoría (Blas de Otero)

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    A la inmensa mayoría   Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre aquel que amó, vivió, murió por dentro y un buen día bajó a la calle: entonces comprendió: y rompió todos su versos.   Así es, así fue. Salió una noche echando espuma por los ojos, ebrio de amor, huyendo sin saber adónde: a donde el aire no apestase a muerto.   Tiendas de paz, brizados pabellones, eran sus brazos, como llama al viento; olas de sangre contra el pecho, enormes olas de odio, ved, por todo el cuerpo.   ¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! Ángeles atroces en vuelo horizontal cruzan el cielo; horribles peces de metal recorren las espaldas del mar, de puerto a puerto.   Yo doy todos mis versos por un hombre en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso, mi última voluntad. Bilbao, a once de abril, cincuenta y uno. Blas de Oter o.                                            ...

El rey de los venenos

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                                                                       El rey de los venenos Se levantó de su camastro cubierto de pieles. Acto seguido, tomó su capa y se ciñó la espada. Un soldado le había comunicado que le necesitaba el rey. Y si su rey, el soberano del Ponto, pero también su amigo, necesitaba sus servicios, él siempre iría. Habían vivido varias batallas juntos, compartido muchos momentos y secretos. Mientras cruzaba las dependencias del palacio, rememoró la obsesión de su amigo por los venenos. Nada extraño para un niño que ha visto cómo su propio padre, el anterior rey, es envenenado por la reina consorte, y que ésta, durante la regencia, t...

Joyas (75) Resistiré (Carlos Toro)

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                     Resistiré     Cuando pierda todas las partidas,   cuando duerma con la soledad,   cuando se me cierren las salidas,   y la noche no me deje en paz.   Cuando sienta miedo del silencio,   cuando cueste mantenerse en pie, cuando se rebelen los recuerdos, y me pongan contra la pared.   Resistiré, erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel, y aunque los vientos de la vida soplen fuerte, soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie.   Resistiré, para seguir viviendo, soportaré los golpes y jamás me rendiré, y aunque los sueños se me rompan en pedazos, resistiré, resistiré. Cuando el mundo pierda toda magia, cuando mi enemigo sea yo, cuando me apuñale la nostalgia, y no reconozca ni mi voz.   Cuando me amenace la locura, cuando en mi moneda salga cruz, cuando el diablo pase la factura, o si alguna vez me ...

Joyas (74) Distancia (Alberto Cortez)

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                       Distancia   Viento, campos y caminos... distancia, qué cantidad de recuerdos de infancia, amores y amigos... distancia, que se han quedado tan lejos. Entre las calles amigas... distancia del viejo y querido pueblo donde se abrieron mis ojos... distancia, donde jugué de pequeño. Un corazón de guitarra quisiera para cantar lo que siento. Allí viví la alegría... distancia de aquel primer sentimiento que se ha quedado dormida... distancia entre la niebla del tiempo. Primer amor de mi vida... distancia, que no pasó del intento; primer poema del alma... distancia, que se ha quedado en silencio. Un corazón de guitarra quisiera para cantar lo que siento. ¿Dónde estarán los amigos... distancia, que compartieron mis juegos? ¿quién sabe donde se han ido... distancia, lo que habrá sido de ellos? Regresaré a mis estrellas... distancia, les contaré mi secreto: que sigo amando a mi tierra... distancia, cuando me m...

Marcapáginas

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    Marcapáginas Echó un ultimo vistazo a las estanterías del salón, repletas de libros. Así estaba toda la casa, como si las habitaciones fueran secciones de una biblioteca. Tras la muerte de su padre, se trajo otro centenar más. Jamás se había desprendido de ninguno; lo consideraba un delito. Pero si ahora pensaba trabajar desde casa, no quedaba más remedio que liberar espacios. Poco después, cargó en la mochila una decena de ejemplares y abandonó el piso. Pero antes de salir del edificio miró su buzón. Ya estaba limpio de publicidad acumulada tras cinco años de estancia en el extranjero. No obstante, también había estado fuera de casa los últimos días, y a la hora de reparto del correo. Había una sola carta, abierta… Él era el destinatario, pero como remitente figuraba su padre… Y le escribía desde un domicilio en el que ya no vivía. No en este mundo. Extraño, no: imposible. El sobre contenía tres papeles distintos. Por un lado, un escrito a máquina de su...

Joyas (73) A una nariz (Francisco de Quevedo)

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               A una nariz   Érase un hombre a una nariz pegado, érase una nariz superlativa, érase una nariz sayón y escriba, érase un pez espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado, érase una alquitara pensativa, érase un elefante boca arriba, era Ovidio Nasón más narizado. Érase el espolón de una galera, érase una pirámide de Egipto, las doce tribus de narices era. Érase un naricísimo infinito, muchísimo nariz, nariz tan fiera que en la cara de Anás fuera delito.                         (Francisco de Quevedo)