Birria de pavo
Birria de pavo Carmen trajinaba en la cocina desde muy temprano. Todos los años, llegado el veintitrés de diciembre, se dedicaba con pasión a elaborar sus dulces navideños: cordiales, roscos de vino, m azapanes... Se consideraba buena repostera, y los elogios que recibía, incluidas las puntillosas cuñadas, parecían acreditarle tal título de sobra. Pero le faltaba aún el plato especial, la estrella que iluminaría, como era habitual, la noche siguiente: el pavo guisado. — Paco, antes de que te líes en tu tertulia, pásate por el mercado de Santa Florentina. Le dices a Ginés que mande a un mozo con un gran pavo. No estaré tranquila hasta entonces. Estaba acostumbrada a que su marido no contestase ni mu hasta el mediodía. Ahora, para no variar, se limitó a afirmar con la cabeza y darle un beso. Luego, por la ventana, observó cómo abandonaba las viviendas para oficiales del arsenal. Se le veía elegante incluso de civil, estrenando el primer día libre navideño. Hora y...